"Alimenta tu fe y tus dudas morirán de hambre"

domingo, 7 de noviembre de 2010

Porque la vida es un sueño...

Hay gente que le pide deseos a un ser supremo, otras que prefieren que
sus deseos se vean concedidos a cada paso y se los piden a sus pestañas
caídas, a cada suspiro, a cada diente de león, a cada estrella fugaz o cada
parpadeo.

Pero Julian era diferente, un chico rokerillo que creía en el amor. Mentira.
Un rokero no cree en el amor pero si que creía en tí, eras su musa, su diosa
y en la que creía que todos sus deseos se veían concedidos.

Quería que le concedieras todos tus despertares, que le miraras como si
sólo existiera él, que te rieras y no pudieras contenerte mientras él, perdido,
te preguntaba que de que te reías. De tí, no le parabas de contestar. Fruncía
el ceño y tu te dabas la vuelta, buscando que te siguiera detrás. Deseo concedido.

Él era muy inseguro con ella, pensando que podría abandonarle en cuanto
viera algo mejor. No más guapo sino más ella. Pero cuando Marian daba su palabra,
no había más que hablar. Pactos que jamás voy a romper, le repetía ella una y otra
vez, cuando él no paraba de insistirle con eso.
Nos separaremos cuando nuestras cenizas sean esparcidas.

Julian calló sobre el colchón con la mayor sonrisa que nunca más volverá a
dibujarsele en el rostro.