"Alimenta tu fe y tus dudas morirán de hambre"

martes, 28 de septiembre de 2010

Paranoia

Tanía la cabeza acorchada en el momento en el que se disponía abrir los ojos. La boca reseca como si hiciera meses que no hubiera probado ni un poquito de agua. Empezó a tocarse la cabeza mientras abría los ojos. Su única visión era cemento. Se asustó al no saber muy bien ni dónde ni cómo ni por qué se encontraba allí. Cuatro amables brazos le ayudarón a levantarse. Ella sin apenas despegar un labio del otro advirtió un simple gracias. Ya de pie y a la voz unísona de ¿estás bien?, ¿enserio?, de aquellas gentiles gentes, se palpó la cara. No sé está vez si con la sorpresa de encontrarse en su lado derecho, cercano a la sien, un rastro de sangre a medio secar.

Aunque había perdido el conocimiento durante un breve periodo de tiempo, no había sido suficiente como para borrar todo aquel sufrimiento que llevaba consigo.
La última persona a la que había visto había sido a Saúl. Ese chico incierto, guapo, alocado y sí, cantante de pop. Me volvía loca. Loca de remate. Me encantaba follar con él todas las noches posibles. Parecía que no fuera haber mañana, que en cualquier momento orgásmico nos fuesemos a despedir. Sin embargo, a veces se ponía tierno. Entonces me volvía loca de amor. Un amor platónico que ni si quiera yo entendía. Un amor que quería para mí a toda costa, que pensaba también que podría perder en cualquier esquina. Nunca me he fiado de las grupis y de él menos. Se apoderaba de mi una paranoia extraña que dentro de poco ni mi propio psicólogo entendería.

Había salido de su casa, discutiendo nuevamente. Él ya no podía soportar mis celos horribles. Me era fiel, como nunca se lo había sido a nadie. Me quería, aunque yo no lo quisiera ver. Me amaba cuando me hacía el amor. Disfrutaba con mi risa y añoraba mis abrazos cuando no me tenía en su lado de la cama.

Lo peor de todo: YO. No me creí ni una sóla palabra.

Si, soy Verónica y sí, he salido huyendo.



viernes, 17 de septiembre de 2010

¿y si resulta que llevamos toda la vida equivocados?
¿Y si Disney nos ha estado engañando siempre?

Quizás la respuesta que esperamos no venga nunca porque jamás puede cumplirse. Me refiero a que tal vez un sapo nunca pueda convertirse en tal porque no puede. A lo mejor tiene que ser al revés, que seamos los demás los que nos tengamos que convertir en sapos.




O a lo mejor lo más razonable sea no pensar en eso...