exponerle la tesis que llevaba a sus espaldas años antes, pero aquel corsé negro
de cuero, el liguero y la fusta amenazaban que quizás no fuese el mejor momento.
La habitación olía a sexo. Un placer no común a todos los humanos. Era algo propio
de ellos, inducido por el impulso carnal de ambos lo que hacía llevarles a un clímax
que pedía todas las noches ser repetido.
Había amor detrás de la pasión. Fuertes sentimientos de esperanza y vida en común.
Un placer diferente aunque ta(m)poco común como lo eran ellos.
He descubierto tu blog! :) te sigo desde ya!
ResponderEliminarUn besito silvia!