"Alimenta tu fe y tus dudas morirán de hambre"

martes, 18 de mayo de 2010

Una de tres.

21 de julio de 2075.
Frente al mar y con la brisa de cara.
85 años.


Toca llegar a la meta. Último tramo. Recta final. Es ahora, cuando recuerdo mi larga vida. Pasados y presentes. Comparaciones entre lo que fui, pensé que sería y ahora soy.
Me sobrevienen a la cabeza recuerdos de la juventud, el verano de mi vida. Época dorada y amarga. Noches y días en lo que todo era eterno. Noches embebidas en vasos de tubo y heridas de pasos incesables. Vi lo que no quise e hice siempre lo que pude.
Era demasiado joven, cuando parecía que no tenía tiempo para hacer lo que quisiera. Cada mañana al despertar me iba a comer el mundo. Cada mañana había un nuevo plan, algo que llevar a cabo, un sueño que realizar. Idealista y optimista. Siempre con las pilas puestas.
Cuando era joven todo me parecía o precioso o todo me resultaba complicado y difícil. No encontraba un término medio sobre el que mantenerme. Simplemente era un saco de hormonas. Juventud, divino tesoro. Añoranza de lo que algún día tuve.
Amigos, fuisteis mi gran tesoro.
Me fui pensando que seguríais juntos, que aunque me fuse, vosotros estíais unidos y era ese pensamiento el que hacía que yo pudiera seguir adelante, pero cuando super auello, algo en mí se desvaneció.
Yo desaparecí de mi ciudad. Cansada de la rutina y de la gente, que a menudo me encrespaba, me marché. Puede que me arrepienta de haber dehado a las personas más importantes de mi vida. Puede que sí, pero lo necesitaba.
Cambié el interior por la costa. Siempre me había gustado la playa y el sur, así que sólo tenía que elegir un sitio. Cogí un mapa de España y el azar hizo lo demás.
Me encantaba la playa. Mi playa, mi querida playa. Desde que llegué todos los días tenía que bajar para pasear sobre ella. No importaba si hacái frío o calor, si era de día o de noche. Nada importaba. Conseguía que me relajara, que recargara las pilas para un día nuevo, que os olvidara, aunque no pudiese.
Tranquilidad y paciencia. Respiro mientras te escribo esta carta. Carta que no se si leerás. No sé si te llegará o si aún estaré aquí para saberlo. Espero que se remueva cielo y tierra para encontrarte.
Es ahora cuando recuerdo nuestra canción. Nada lenta para nosotros. No hacían falta las baladas para expresar lo que sentíamos. Nuestros ojos hablaban por nosotros. Miradas cómplices que amenudo se perdían en las oscuras noches.
Aún siento tu calor. Todavía recuerdo aquellos ojos que me hicieron tan feliz. Contigo me olvidé del mundo. Contigo amé, recordé, viví, sentí, olvidé y morí.
Te perdí y no te volví a encontrar. Un día tus ojos ya no eran los mismos. Tu manera de ser había cambiado. Drásticamente te volviste frío y distante. Tus ojos ya no me querían aunque tu boca dijera lo contrario. Nos engañamos por necesidad, nos engañamos por tristeza. Nunca conseguí saber porqué dejaste de quererme de aquella forma. Morí el día en que tus ojos dejaron de mirarme.
DEsapareciste como un prófugo cobarde. Desapareciste sin decirme nada.
Todavía hoy te sigo odiando. Mi vida ya no fue la misma.
Sumida en la miseria conseguí llegar hasta hoy.
No puedo borrar tus ojos.
Contigo entro en un profundo sueño.
Contigo mi alma se desvanece.
Contigo hoy se acaba todo.



Jamais je ne t'oublirai.

1 comentario:

  1. Me encantó en su día, y hoy sigue causando el mismo efecto.
    =)

    Jamais je ne t'oublirai~

    ResponderEliminar